P
ara hacer desaparecer una inscripción, se emplean dos procedimientos bien distintos:
Por un lado el raspado que borra la escritura por desgaste mecánico de la capa de papel que le sirve de soporte.
Y por otro el lavado, que ataca químicamente el trazo de tinta, cuyos componentes se transforman convirtiéndose en incoloros.
El lavado y raspado pueden emplearse indistintamente en los escritos de tinta ordinaria y en los recados con bolígrafos, pero sólo el raspado es utilizable para borrar los escritos en lápiz, pues el grafito es prácticamente inatacable, y las substancias capaces de actuar sobre él atacarían el papel con mayor rapidez.
El raspado es detectado por la alteración del soporte manifestada en:
• Aspecto del papel: si la hoja sirve de soporte a la escritura es delgada, resiste mal la acción profunda de la goma o del raspador. Pierde localmente su rigidez primitiva y toma un aspecto abombado u ondulado muy particular y visible en ambas caras del papel.
• Brillo del papel: haciendo reflejar la luz en la superficie del documento, la zona alterada aparece deslucida y su aspecto mate se destaca ciertamente del satinado normal del papel. Este modo de examen, muy sensible, permite descubrir las borraduras ligeras, efectuada en los escritos trazados con lápiz muy blando, que no pueden verse por ningún otro procedimiento.
• Surco de la escritura: una escritura con un bolígrafo o lápiz de punta lo bastante imprime en el papel un surco que aguanta perfectamente la goma y resiste bastante bien la acción del raspador. Esta huella es visible en el anverso del documento, pero se distingue mucho más fácilmente en el dorso.
• Transparencia del papel: la pérdida de materia de la hoja se traduce necesariamente en un aumento local de su transparencia, tanto más marcada ésta cuanto más enérgica sea la acción del raspado.
• Estado de la superficie del papel: los papeles que se utilizan para la escritura están siempre más o menos encolado, sin lo cual la tinta fluida penetraría profundamente en el papel e incluso formaría una mancha como el papel secante. El apresto realizado aglomera y aplanta las fibras de la superficie del papel, formado una capa perfectamente homogénea. El raspado rompe esta armonía primera y desprende y levanta las fibras, que se erizan en todos los sentidos.
• Empleo de polvos colorantes: el raspado puede también descubrirse mediante polvos habitualmente utilizados para la busca de huellas dactilares en el papel, se deposita una pulgarada de polvo sobre la hoja y, mediante una serie de golpecitos, se le hace pasar sucesivamente por toda la superficie de papel. El colorante se adhiere indistintamente a las manchas de dedos, a las huellas y a las raspaduras, pero su simple aspecto permite distingue fácilmente la maniobra realizada. También puede utilizarse vapores de yodo.
• Aspecto de la adicción: una escritura trazada sobre un raspado muestra a menudo un aspecto muy particular. En el afecto de la cola del papel ha desaparecido, al menos parcialmente, y la tinta se comporta en el lugar del raspado, y salvando las proporciones, como sobre un papel secante: tiende a extenderse literalmente y a penetrar en la masa. El trazo es entonces más ancho y más irregular, presenta en ambos lados una serie de dientes y es, de momento, más rico en color. En casos excepcionales, la tinta se filtra hasta el dorso de la hoja.
En el caso del lavado, si este es reciente, en general, este resulta invisible en circunstancias normales, pero a menudo, con el tiempo, el papel adquiere un tono amarillento muy característico, y el fraude se convierte en evidente.
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