Trauma mecánico: Con excepción de los traumatismos por desaceleración, en todos los casos de trauma mecánico, el traumatismo es causado por la transferencia de energía de un objeto externo en movimiento hacia los tejidos en un estado de reposos.
El cuerpo absorbe esa energía, ya sea por la elasticidad de sus tejidos blandos o por la rigidez de su estructura ósea. Cuando la intensidad de la fuerza aplicada excede la capacidad de los tejidos debe adaptarse o resistir, se produce un traumatismo.
En este tipo de trauma, la intensidad de la energía aplicada sigue la ley física de la energía cinética.
Trauma térmico: En sus efectos generales, la energía térmica daña centros vitales en el sistema nervioso central, mientras que en sus efectos locales lesiona vasos sanguíneos y tegumentos.
Trauma eléctrico: La energía eléctrica tiene como factor determinante de su daño, la intensidad, la cual depende directamente la fuerza electromotriz (voltaje) y de la resistencia en relación inversa. El aumento de voltaje o la disminución de la resistencia facilitaran el efecto de la electricidad. La muerte puede llegar a ocurrir por fibrilación ventricular, tetanizacion de músculos respiratorios o paro del centro respiratorio.
Trauma químico: Los tóxicos pueden llegar a tener un efecto local sobre mucosas, que es el efecto caustico, y un efecto sistémico luego de que son absorbidos, después de ser difundidos por la circulación.
Estos traumas guardan una estrecha relación con los agentes vulnerantes de distintos tipos.
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